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aventuraliteraria2008

Fábulas-7º

EL PÁJARO DEPORTISTA

EL PÁJARO DEPORTISTA

En un lejano bosque, se encontraba una escuela deportiva para animales.  Allí había toda clase de animales, pero uno en particular: un pájaro, llamado Tomas,  que sabía todos los deportes, fútbol, tenis, natación, básquet, y cualquiera que se nos pueda ocurrir.  Tomas usaba su habilidad para burlarse de los demás animales.  El sapo, la jirafa, y la iguana se enfadaron mucho con Tomas porque se sintieron ofendidos frente a sus burlas.

Un día, la jirafa  no aguantó más y llamó a sus amigos, el sapo y la iguana para reunirse en el patio. Éste les comentó que tenía una idea. Era que inventaran un nuevo deporte que el pájaro no pudiera hacer, y así no se burlaría más de ellos.

Al otro día, esos tres animales llegaron a la escuela con un nuevo deporte. Se llamaba golf, muy conocido en otros países, pero nadie allí lo conocía. Consistía en meter la pelota en el hoyo usando alguna parte de su cuerpo. Inmediatamente llamaron al pájaro para que viniera a jugar con ellos.

Empezó el juego. La iguana tiraba la pelota con su larga cola. El sapo la tiraba con su larga lengua. Y la jirafa, con su largo cuello.

Luego fue el turno de Tomas. Probó con su ala, pero era muy corta, probó con su pico, era muy puntiagudo y pinchaba la pelota, luego probó con su cola, pero era muy pequeña. Así se dio cuenta de que había un deporte que él no podía hacer.  Sus amigos se burlaron de él por un rato, para que sintiera el dolor que sintieron ellos al ser burlados por Tomas.

 

Tomas se sintió muy mal, arrepintiéndose de haberse burlado de sus amigos. Al poco tiempo los otros animales fueron a hablar con él .Tomás entendió que no tenía que burlarse de sus amigos, porque a él no le gustaría que lo hicieran. Todos terminaron alegres y respetando lo que cada uno podía hacer.

 

No debes hacer a otros lo que no te gustaría que te hicieran a vos.

 

Ludmila Miranda 7A.

Bernard y el ratón que resultó ser bondadoso

Bernard y el ratón que resultó ser bondadoso

 

   Había una vez un zorro llamado Bernard que era muy pobre y solo vivía en una choza, pero él parecía muy refinado, coqueto, buen mozo, etc. Pero  era todo lo contrario.

   Un día  fue al bosque en busca de comida y se encontró con que alguien se había comido todo, no se había dado cuenta de que un ratón lo observaba desde un arbusto. El ratón era muy malvado, entraba en casa de los demás para robar, sólo esperaba que ellos se durmieran y desaparecía todo.

   El vanidoso ratón llamado Wilson fue muy sigiloso al seguirlo hasta su casa sin que se diera cuenta, pero cuando entró se dio cuenta de que Bernard era muy pobre.

  Muy decepcionado se marchó pero al mismo tiempo se dio cuenta de que él mismo podía conseguir sus propias cosas y no robándole a los demás.

   Las apariencias siempre engañan, lo importante es lo de adentro no lo de afuera.

 

 

Marina Duarte         

A mamá mona con bananas verdes

    En el medio de la selva había una mona que se llamaba Elizabeth pero le decían Lisa, a la que le gustaba llamar la atención todo el tiempo con sus chistes y los demás animales se cansaban de ellos así que ya no le daban importancia.

   Un día la mona se enteró de que un cazador de animales venía por ellos y le tenía que contar a sus compañeros antes de que fuera tarde.

Ese mismo día les contó lo que estaba por suceder, pero nadie le creía, ella se había cansado de que nadie le creyera hasta que les dijo

_No estoy mintiendo… ¿Se piensan que los voy a cargar con una cosa de esas?

  Los animales le decían: _ ¡A mamá mona con bananas verdes!

La mona desesperada les dijo:

_Bueno si no me creen está bien pero van a ver que lo que estoy diciendo es verdad.

Después de dos semanas aparece el cazador y de repente la mona escucho  un tiro  dijo:

_ ¿Escucharon eso?

_ ¿Qué cosa?

_ El disparo

Y todos riéndose le dijeron:

_Seguro que lo hiciste vos.

 Hasta que de pronto apareció el cazador y cuando le iba a pegar el tiro justo apareció el puma pegándole un rasguñazo en la espalda, entonces el cazador se cayó.

La mona les dijo:

_ ¿Ven que tenía razón? Nunca les mentiría con eso.

Y la mona desde ese día nunca más volvió a mentir.

 

 

 

                                      FIN

 

Autora: Ríos Aylen Nicole   -7ºD

Un doctor, no tan doctor

Un doctor, no tan doctor

Un día de verano, el hermoso jilguero de la colina, por una extraña razón dejo de cantar. Todos los animales que vivían allí trataron de ayudarlo: con remedios, consejos, clases de canto, y cualquier otro tipo de métodos existentes. Pero nada dio resultado para curar  esa rara enfermedad.

 El jilguero decidió entonces, ir a la selva, donde estaba el supuesto mejor médico de los animales. (Así se lo contaron muchos animales). El mono vivía en el interior de la selva, el pájaro después de mucho buscar, por fin llegó a su casa, era grande y muy hermosa. El animal preguntó: - ¿Quién ha venido a visitarme?

– Yo señor mono, el jilguero de la colina. Necesito algo para curar mi enfermedad.- Respondió él.

-Pasa amigo.- dijo el mono con un tono más amable.

 El jilguero le contó lo que le había pasado y el sabio mono le dio  una extraña poción, con la que podría volver a cantar.

-Muchas gracias doctor, se lo agradeceré eternamente.- le dijo el pájaro muy alegre.

-De nada, ojala te sirva, y cualquier cosa, vuelve de nuevo.

 El jilguero, muy feliz, volvió  a su colina. Bastante nervioso bebió ese extraño brebaje, no era muy dulce, ni sabroso, al contrario, era de un horrible sabor. Pero hizo el intento de tomárselo rápido. Después de un tiempo no pasó nada, ni sintió nada, ni al día siguiente, ni al otro. Así que decidió ir, otra vez, a la casa del mono.

 Le contó todo, y después de darle otro brebaje el jilguero regresó a su colina. No pasó nada, ni sintió algo extraño. El pájaro comenzó a desconfiar del mono doctor. Entonces, le preguntó a los demás animales si de verdad el mono era un buen doctor, pero nadie supo contestarle bien y lo que realmente él necesitaba saber. Hasta que su amiga ardilla le respondió:

-¿El mono? ¿Ese impostor? ¡No Jilguero!  ¿Cómo pudiste confiar en él? Es el peor de todos, sólo porque es rico y tiene una hermosa casa dice ser el mejor de todos, pero no es así ¡No le creas ni una sola palabra amigo! .

 El jilguero muy triste por la noticia, buscó otro método, pero no halló ninguno. Decepcionado, reconoció su error: no tenía que confiar tanto en las personas que conocía tan poco, y menos si sólo quieren parecer buenos e inteligentes por su apariencia.

Violeta Llonto-7º C

Historia del conejo, las hormigas y la serpiente.

Historia del conejo, las hormigas y la serpiente.

    Érase una vez un conejo que andaba por un prado, recogiendo zanahorias, hasta el momento no había tenido la necesidad, pero en ese instante le habían dado ganas de tomar algo de agua y decidió dirigirse hacia un estanque. Al llegar tenía dos posibilidades, o iba al estanque de la izquierda o iba al de la derecha; la diferencia era que el estanque de la derecha estaba poblado de hormigas y el otro era habitado por una solitaria serpiente, al verlo, las hormigas le ofrecieron amablemente que vaya a tomar agua de su estanque, al mismo tiempo, la serpiente le dijo que vaya al suyo, pues las hormigas seguro iban a comerle las zanahorias que había recogido; al pensar en esto que le decía la serpiente, el conejo optó por dirigirse al estanque habitado por la serpiente, pese a que las hormigas le advertían que la serpiente le envenenaría el agua y muchas otras horribles cosas, pero el conejo se dejó guiar por la apariencia de glotonas de las hormigas y para estar seguro fue al otro.

   Al llegar al estanque de la serpiente, el conejo totalmente confiado, bebió el agua que le dejó tomar esta, sin darse cuenta de que ella desde el árbol en el cual estaba enroscada dejaba caer su veneno invisible, y el conejo se desmayó en el acto.

   Gracias a que una hormiga advirtió lo que hizo la serpiente, fueron de inmediato a salvar al conejo; cuando él despertó y las hormigas le contaron lo ocurrido, observó que no tenía las zanahorias y se dio cuenta de que la serpiente se las había quitado.

  Luego de esto él se dio cuenta de que no hay que guiarse por lo que parece o nos dicen, por que muchas veces las apariencias engañan.

Camila Lifschitz 7º D  

El oso desobediente

El oso desobediente

Había una vez un oso que vivía con  su mamá, a este oso le encantaba el fútbol y jugaba en la casa, la mamá siempre le decía:

-No juegues al fútbol adentro de la casa.

 El hijo nunca le hacía caso y un día rompió el jarrón, herencia de la abuela osa, quedó duro en el aire, no podía creer el desastre tantas veces anunciado por mamá osa se había producido. El pequeño oso entró en pánico, pronto llegaría mamá osa y al encontrar al jarrón hecho pedazos, castigaría al osito desobediente.

Él se preguntó:- ¿Qué hago ahora?. Lo primero que se le ocurrió fue escapar y así lo hizo huyendo hacia el bosque. Corrió tanto que al final cansado se durmió.

Cuando despertó era de noche, todo a su alrededor era oscuridad y lo invadió el miedo. Quedó paralizado, no recordaba el camino de vuelta y comenzó a llorar desconsoladamente. Para su fortuna los padres habían encontrado sus huellas y salieron a buscarlo. Entre sus lágrimas vio las luces que se acercaban a buscarlo y en ese momento prometió que si eran sus padres jamás los desobedecería y aceptaría las penitencias correspondientes.

 Por fin entendió que no hacer caso a sus padres puede traer problemas siempre.

 

Tomás Mattia Alberti

7º A

Los leoncitos

Los leoncitos

  Una vez, en una selva, había una familia de leones conformada por el León, la Leona y sus dos hijos Max y Kira. La Leona deseaba que sus hijos supieran cazar perfectamente, por eso un día los llevó a un prado lleno de ciervos para enseñarles a cazar. Primero dijo:

  -Quédense aquí que yo les mostraré como atrapar a un venado.

  Luego se agachó y comenzó a arrastrarse lentamente. Pisó una rama y la manada de ciervos comenzó a correr en todas direcciones. La Leona corrió rápidamente y atrapó uno. Luego gritó:

  -Max es tu turno.

  Emocionado, Max se echó a correr. Los ciervos eran tan rápidos que el leoncito no los alcanzaba, hasta que un ciervo tropezó. Ese era el momento perfecto y, Max lo aprovechó. Corrió lo más que pudo hasta llegar a morder la pata del ciervo. Luego con altivez y orgullo regresó con su madre y su hermana, y preguntó:

  -¿Cómo lo hice?

  -Muy bien por ser la primera vez- dijo la Leona – ahora Kira te toca.

  Kira se largó a correr. Quería hacerlo mucho mejor que su hermano para que su madre estuviera orgullosa, pero corrió tan rápido que en un momento sus torpes patitas chocaron una contra la otra y cayó. La Leona corrió a ayudarla y la pobre leoncita lloraba. Entonces dijo:

  -Perdóname mami, quería que estés orgullosa

  -No tengo nada que perdonar, yo estoy orgullosa porque diste tu mejor esfuerzo.

 

                      Fin

Moraleja: Los padres siempre están orgullosos de sus hijos, a pesar de que a veces fracasen.

Ayelén Soriano 7º A

El corderito y la cerca

El corderito y la cerca

 

            Un día de verano, durante la época de esquila, un corderito travieso corría por el corral. La oveja más anciana, le decía y le repetía que deje de hacerlo, porque si continuaba jugando del otro lado, podría venir el lobo y comérselo. Pero el corderito no la escuchaba; cada vez que ella se daba vuelta, correteaba por afuera del corral.

            Horas más tarde, el granjero llamó a la anciana oveja para cortarle la lana. Cuando el pequeño vio que ésta se había ido, pasó por debajo de la cerca y corrió hacia unos arbustos con flores.

             De pronto, un enorme lobo gris apareció por detrás de unos árboles cercanos. Empezó a perseguir al corderito. Éste corrió hasta cansarse, pero el lobo fue más rápido y lo alcanzó. Ya sentía el aliento del lobo en su cuello, cuando recordó lo que le había dicho la anciana. Entonces se dijo: “Tenías razón abuela oveja, jamás debí salir del corral. ¡Oh! ¡Cómo lamento no haberte escuchado!”. Pero ya era tarde; ya no había vuelta atrás. Ésas habían sido sus últimas palabras, pues ya se lo había comido el lobo.

 

MORALEJA: “Hay que obedecer lo que dicen los mayores, pues tienen más experiencia que nosotros.”

 

FIN

 

Autor: Melissa Salerno